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Bodegas Belote, vinos de cueva únicos

Belote, vinos de cueva únicos

Un recorrido por una de las bodegas más especiales de Valladolid donde se elaboran vinos de cueva y de pueblo

Cuando alguien me pregunta por qué hago lo que hago, siempre digo que porque me apasiona el vino. Y, aunque no estoy mintiendo, tampoco es una verdad absoluta. Un vino no se puede entender sin las historias, vivencias y amistades que uno crea a lo largo de los años y que, muchas veces, satisface más que beberte el mejor del mundo. Es por eso que debo empezar a contestar que “el vino y su universo”.

Una de estas historias fue la que me llevo a conocer a Emilio y su ilusión, Bodegas Belote. Corría el año 2017, año en el que decidí seguir adiestrándome en el mundo del vino y enrolarme en las filas del Curso de Sumiller. Allí, entre un grupo de de hosteleros y restauradores, había dos personas que provenían del mundo de la enología: el citado Emilio y un servidor. Y claro, el entendimiento fue inmediato. Así fue como pude conocer Bodegas Belote, un proyecto que empezó a andar en 2012.

Bodegas Belote se ubica en Roales de Campos, un enclave de 160 habitantes perteneciente a la provincia de Valladolid. Yendo por el camino de Villalón desde Valladolid giramos a la izquierda, a la calle de la Palmera, y nada más hacerlo nos encontramos con el destino final. Nos recibe una entrada sobria, austera, pero no os dejéis engañar, lo bueno está por dentro. Una red de cuevas y pasillos recorren el interior de la bodega donde Emilio y su hijo Alberto elaboran sus fascinantes vinos. Vinos artesanales, únicos y sorprendentes. Pero no me quiero adelantar.

Una vez en el interior se pueden ya vislumbrar los recipientes donde los mostos se convertirán en vino. Depósitos de cemento son el eje principal pero no el único ya que también podemos encontrar ánforas de barro o las clásicas damajuanas, todo ello con el fin de elaborar vinos más complejos, diferentes y singulares. Porque, no sé si ya os lo he dicho, Emilio es un aventurero. Se atreve a realizar todo tipo de elaboraciones y, en cada visita, siempre te sorprende con algo nuevo: fermentaciones con raspón, crianzas en tinajas, blancos fermentados con hollejo o lo último que va a salir a la luz: un rosado con crianza en barrica. Y no os cuento lo último que tiene pensado hacer porque es secreto. Shhhh!

Pero, si hay un sitio central en la bodega, esa es su cueva de crianza ya que allí reposa en barricas de roble francés su vino insignia, Belote, el cual pasa allí 12 meses para luego descansar en botella dentro de esas maravillosas cuevas, a una humedad y temperatura ideales, durante otro tiempo.

Recorrida la bodega no queda más que probar los vinos y tener una amena charla. Tengo la suerte de que llevo probando los vinos varios años y os puedo asegurar que son fantásticos. Se nota y mucho el cariño con el que los elaboran. En esta ocasión tocó degustar varias cosas: vinos nuevos, añadas recientes, elaboraciones que faltan por afinar y vinos con señorío, pero no son los únicos así que el resto os toca descubrirlos a vosotros.

Empezamos con la nueva añada del blanco albarín, un vino fresco, con tensión, aromas de cítricos y fruta blanca sobre un fondo herbáceo y una elegante nota mineral que aporta la fermentación y crianza en tinajas.

Continuamos con un rosado, uno de los mejores que he probado en lo que llevo con este proyecto. Su nombre es Belote Rosado Barrica 2020. Se elabora a partir de la autóctona prieto picudo y se cría durante 3 meses en barricas de roble. Sí, un rosado de 2020. Que no venga nadie diciendo que el vino rosado hay que beberle en el año bla bla bla… porque no encontrarán su sitio en esta web. Y es que, como hemos ido descubriendo, cuando un rosado está bien elaborado, puede perdurar en el tiempo. Y este es el caso. Además, lo puedo decir de primera mano ya que probé el mismo vino el año pasado cuando todavía estaba en pañales y lo que ha ido ganando durante este tiempo ha sido maravilloso. No os quiero “spoilear” más porque próximamente os traeré su ficha de cata como a todos, así que permitidme que os deje con el caramelo en la boca un poco más.

El siguiente vino fue un tinto de nueva creación elaborado con uvas de viñas de 100 años. Todavía no se comercializa porque se tiene que seguir afiando pero ya os digo que tenía una pinta estupenda.

Acabamos con el vino más conocido, Belote tinto. En esta ocasión, Emilio me quiso dar a probar la añada 2014 para demostrarme lo bien que había envejecido. Y vaya que si lo ha hecho, ¡ojalá yo envejezca igual! Y es que, a pesar de tener ya 8 años, todavía guardaba juventud y frutosidad junto a un tanino bien pulido y una madera equilibrada. Un lujo.

Me dejo muchas anécdotas e historias en el tintero que siempre corren junto a una copa de vino y un amigo pero volved a permitirme que eso quede en el ámbito privado.

Podéis conocer más cosas de la bodega en https://www.bodegasbelote.es/

Espero que os haya gustado el post. ¡Hasta la próxima #Claretistas!

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