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Visita a Bodegas Prado Rey

Visita a Bodegas PradoRey

Dicen las lenguas que, a veces, es necesario vivir a cuerpo de rey. Y, haciendo una analogía a la experiencia vivida y a la similitud con el nombre de la bodega, este dicho no puede ser más certero.

Esta crónica no pretende desgranar todo los entresijos, número de barricas o tipos de fermentaciones, puesto que para ello os invito a visitar la bodega o leer libros, si no que me voy a centrar en lo que me ha parecido más interesante u original. Pero antes si que me gustaría hacer una breve introducción.

Bodegas PradoRey nace en 1989 cuando el ingeniero agrónomo Javier Cremades de Adaro adquiere la finca del Real Sitio de Ventosilla y planta 500 ha de viñedo, una locura para los tiempos. Salen al mercado los primeros vinos en 1996 y actualmente lleva la bodega la tercera generación, siendo la superficie incrementada hasta las 565 ha, la bodega de Ribera del Duero con mayor extensión de viñedo.

En la bodega, tras salas con depósitos de diferentes capacidad, máquinas de embotellado o almacenes, se encuentra una de las salas más interesantes: la sala de ánforas. Desde hace unos años, la bodega se ha lanzado a realizar vinos en tinajas de barro antiguas, una apuesta por la diferenciación y búsqueda de nuevas calidades y, ciertamente, me parece un acierto.

Sala de ánforas

Otra de las salas interesantes es la de barricas. Pensarás: ¿y qué diferencia esta sala de las de otras bodegas? A simple vista, nada. Pero en ella se encuentra uno de los proyectos que más me han llamado la atención en los últimos tiempos. En la búsqueda de lo que ellos denominan “el mejor vino del mundo” encontramos una hilera de barricas de diferentes añadas. ¿El propósito? Hacer un tinto “estilo Jerez”. Me explico. No penséis en levaduras de flor ni nada, pero si en otro método de elaboración: el de criaderas y soleras. En el 2009 empezaron con esta idea y todos los años guardan tres barricas y las incorporan al sistema excepto en la añada 2013. Con esto sacan al mercado el vino “El Retablo” de sacas de la solera.

Pero si una estancia me llamó la atención fue lo que conocemos como “cementerio”: un lugar donde se guarda la historia embotellada de la bodega y donde se ve su evolución. La arquitectura estilo necrópolis vertical me gustó mucho y allí se guardaban botellas con diferentes etiquetas según la época que se elaboraban. Aquí os dejo imágenes de la evolución de los vinos rosados, como debe ser.

Arquitectura del cementerio

Tras esto comenzó la cata. Y aquí llegó el culmen. Todas las referencias de la bodega esperaban para ser deleitadas, todas. Algo que siempre es de agradecer cuando son profesionales los que van a sus instalaciones. Explicar cada uno de los vinos sería demasiado tedioso pues fueron 15 los vinos catados así que me pararé en los que me parecieron más interesantes (pero si queréis os puedo pasar mis apuntes por privado).

1. PradoRey Blanco: blanco multivarietal con crianza en depósitos de hormigón y barrica. Vino intenso aromáticamente donde destacan notas de fruta de hueso, vainilla, herbáceos, amielados y toques de fruto seco con una boca sedosa y recorrido. Vino complejo pero elegante.

2. Adaro. El nombre de este vino viene de su fundador. Monovarietal de tempranillo con crianza en barrica. Fruta negra madura, especiado, agradable y equilibrio son los descriptores que acompañan este vino

3. Salgüero, la gama más singular. Se compone de tres vinos: un orange wine criado en diferentes recipientes (uno de ellos botas de oloroso), un rosado que se cría durante 27 meses y un tinto que también se cría en barricas y anfóras, siendo esta última la que le da más singularidad. Los 3 son grandes vinos pero esto es Pasión Rosado así que os voy a desgranar éste.

Salgüero Rosado 2019 es un multivarietal de tempranillo, merlot y albillo con una crianza de 27 meses. Con un color rojo fresa apagado, en nariz se aprecian notas de cereza, vainilla, cedro, especias y un toque de cuero con un cuerpo, untuosidad y persistencia excelentes.

4. El Buen Alfarero y Retablo II. De estos vinos ya os he explicado algo arriba (el primero se elabora íntegro en ánforas y el segundo es el de criaderas y soleras) y son los vinos más especiales de la bodega. De estos vinos no os quiero hacer spoilers porque es algo que debéis probar si o si, pero a buen seguro os encantarán porque son excepcionales.

Acabada la cata comí en la Posada, también perteneciente a la bodega, pero ésta ya es otra historia.

Agradecer a la bodega la increíble visita y a la Asociación de Sumilleres de Valladolid por hacerla posible y os animo a acercaros por allí también.

¡Hasta el próximo post #Claretistas!

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